Desde que el mundo es mundo, cada migrante recrea el periplo del viaje del héroe que delineó el escritor estadounidense Joseph Campbell en su libro El héroe de las mil caras. No tanto porque para abandonar su hogar en busca de una vida mejor emprenda actos heroicos, e incluso temerarios: lanzarse al mar en frágiles balsas, atravesar montañas con temperaturas bajo cero, o caminar kilómetros por semanas enteras como lo han estado haciendo tantos venezolanos en los últimos años. No tanto por eso sino porque, de alguna manera, al verse impelido a abandonar su vida conocida, da inicio a un trayecto que puede pasar por las estaciones estudiadas por este autor para explicar los mitos.
Viajes como estos están en cada una de las historias que conforman esta serie sobre migrantes venezolanos, que ponen rostro a esas cifras que la pandemia de covid-19 detuvo apenas por un rato y que ya ubican el fenómeno migratorio venezolano tan cerca de la crisis siria. Rostros de esos 5 millones 636 mil 986 venezolanos repartidos por el mundo, principalmente en Colombia, Perú, Ecuador, Chile y Brasil, de acuerdo con el conteo de Acnur del 5 de junio de 2021.
Son llamados a la “aventura” (muy entre comillas cuando se trata de quienes huyen de guerras, desastres naturales, dictaduras o crisis humanitarias); se debaten entre atreverse o no; alguien (un familiar, un amigo, otro migrante ya integrado en un país de acogida) lo guía, lo impulsa, le muestra un camino.
Entonces abandona su mundo ordinario, cruza la frontera y se somete a pruebas, con enemigos (los Estados con políticas migratorias restrictivas o que sencillamente no están preparados para el alud; los xenófobos, los traficantes de personas, los que se valen de su vulnerabilidad para explotarlos en el trabajo) pero también aliados (ese que le da cobijo por unos días, ese activista humanitario, ese tejido social que llena los vacíos que dejan los Estados).
Y entre esas pruebas, siempre habrá una mayor, aquella que parece insuperable.
Pero la supera (aunque habrá algunos que no, porque somos humanos, la fragilidad nos acecha) y recibe una recompensa (poder llevarse a los hijos que había dejado atrás, autosostenerse, recomponer su vida) e inicia el camino de vuelta. No necesariamente porque regresa al hogar, a su país; recuperar la dignidad, reinventarse, salir de las tinieblas… son vueltas a sí mismos. Eso que Campbell llama la resurrección del héroe, el regreso con el elixir tras haber sufrido una transformación.
Este conjunto de historias es una aproximación intimista al fenómeno de la migración, que busca complementar lo que bien hacen medios informativos que le siguen el pulso valiéndose de cifras, análisis, noticias. Son acercamientos, primerísimos primeros planos en la vida de gente común que migra. En estas historias están sus razones para migrar, sus sueños, sus dilemas, sus pataleos contra los destinos adversos. Están sus fotografías, tomadas de sus álbumes familiares, o interpretaciones hechas por ilustradores. Y son viajes del héroe porque es el enfoque con el que, deliberadamente, nos acercamos a estas vidas, huyéndole a la narrativa victimizante y poniendo más bien de relieve esa capacidad de tomar decisiones que hay en la condición humana para recuperar el equilibrio.
Además, se trata de historias de migrantes con el valor añadido de que fueron escritas por migrantes, periodistas formados en el curso de nuestra naciente plataforma El Aula e-nos, luego de una convocatoria abierta a la que acudieron 25 profesionales venezolanos en 9 países diferentes y de los cuales seleccionamos a 15 que tomaron, a lo largo de 5 semanas, el curso Tras los rastros de una historia. Claves sobre la particular investigación para narrar la realidad.
En esas semanas de noviembre y diciembre de 2020, varios de ellos se reencontraron con su oficio, porque la realidad es que algunos han debido dedicarse a otras actividades allí a donde se fueron. Al menos 477 periodistas salieron del país entre 2014 y 2018, de acuerdo con el Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela (IPYS Venezuela), y no todos han podido continuar sus carreras, así que este espacio de formación e intercambio fue un volver de estos 15 periodistas a lo que eran antes de tener que dejar Venezuela. Un proceso que concluyó con el acompañamiento de nuestro equipo de editores a los 11 que completaron sus historias.
Este es el resultado de todo ello: historias de ciudadanos comunes, venezolanos como sus autores, en muy distintos países que muestran el ciclo de la migración, tal como en La Vida de Nos hemos decidido contar el fenómeno migratorio venezolano: el porqué, las condiciones del país que los expulsa; el durante, el desplazamiento; la llegada, cómo es recibido en ese nuevo destino, las fricciones, las pruebas; lo que dejaron atrás; la integración, lo que tienen para ofrecer en el país de acogida; y finalmente la posibilidad del regreso a Venezuela, ese retorno tras la transformación, o al menos el dilema de si regresar o no.