La serie “Eran solo niños” representa un trabajo colaborativo que busca hacer un llamado a la justicia y a preservar nuestra memoria social, a partir de las voces de las familias que perdieron a sus hijos en las protestas ocurridas en Venezuela entre abril y julio de 2017. En este texto, Carlos Trapani y Abel Saraiba, integrantes del Consejo Directivo de Cecodap, explican las motivaciones que llevaron a sumar esfuerzos para materializar este proyecto.
Este 26 de noviembre Cecodap cumplió 33 años de trabajo ininterrumpido en la promoción y defensa de los derechos de niños, niñas y adolescentes en Venezuela. Nació siendo un proyecto inédito que se fue consolidando con el pasar del tiempo. En Cecodap, desde su fundación, hemos apostado al reconocimiento y respeto de todos los niños, niñas y adolescentes como ciudadanos, darle visibilidad a sus preocupaciones, sentimientos y opiniones sobre el país en el que viven y el que desean construir para vivir, y exigir su protección frente a cualquier forma de violencia. Es por ello que en este momento crítico que nos toca afrontar en Venezuela no podemos permanecer silentes ante el sufrimiento que se desprende de la muerte, el olvido y la impunidad.
“Eran solo niños” es una serie que relata historias de seis adolescentes que fueron asesinados en el contexto de las protestas que ocurrieron en Venezuela entre los meses de abril a julio de 2017. La serie representa un trabajo colaborativo entre La vida de nos y El Pitazo, con el apoyo de Cecodap, que busca registrar el impacto de la muerte de un adolescente en una familia, y como una forma de preservar nuestra memoria social. Nos rehusamos al olvido frente a la muerte de cualquier niño o adolescente a manos de funcionarios de seguridad del Estado o civiles armados. Fue lo que ocurrió con Jean Luis Camarillo de Lugo (15 años), Luis Guillermo Espinoza (15 años), Brayan David Principal (14 años), José Francisco Guerrero (15 años), Adrián Rodríguez (13 años) y Daniela Salomón Machado (15 años). Cada vida cuenta y el daño causado a estos adolescentes y sus familias merece ser narrado.
Vale destacar la inmediata disposición mostrada por los autores invitados a contar esas historias, firmas con una obra consolidada que no dudaron en ofrecer su contribución para que las vidas de esos adolescentes no fuesen una cifra más. Milagros Socorro, Federico Vegas, Ana Teresa Torres, Alberto Barrera Tyzska, Oscar Marcano y Jacqueline Goldberg, así como la ilustradora Ana Black, se mostraron entusiasmados en participar desde el mismo momento en que se les informó de la serie. Para ellos, esas vidas y esas tragedias debían ser contadas. Y así lo hicieron.
Existe un registro más allá de las versiones oficiales que requiere ser documentado. Nos hemos propuesto dejar que sean esas historias las que hablen. Trascender al relato policial y al uso político que pueda darse del sufrimiento es clave. Permitir que las familias puedan relatar lo sucedido, registrar sus sentimientos y escribir sus exigencias son pasos indispensables en cualquier proceso de recuperación frente a un hecho violento. No es un juego de video, ni una película: hablamos de familias cuyas vidas cambiaron para siempre.
¿Cómo contar a las generaciones futuras lo que hemos vivido en las primeras décadas de Venezuela en el siglo XXI? Es parte de nuestro reto, así como también evitar que las muertes, el dolor y el padecimiento de los ciudadanos queden impunes y tiendan a repetirse en el futuro.
Creemos que nadie mejor para hablar de su experiencia que los protagonistas y los dolientes, para que finalmente ese dolor no sea solo de quien lo vivió en primera persona, sino que pueda hacerse un sentimiento nuestro, que nos mueva, nos empuje e impulse a exigir justicia. No puede alcanzarse la justicia si no se cuenta la historia de los hechos, de lo humano y del sentir. Por eso nos encontramos comprometidos con hacer de esta causa una fecunda, que nos permita abonar la siembra de una sociedad más justa.
Probablemente hoy no hay condiciones en Venezuela para hacer justicia, pero a la justicia hay que crearle condiciones para que llegue y sea efectiva. Para ello es indispensable documentar lo ocurrido.
“Eran solo niños” es una invitación a construir narrativas y caminos de esperanza que les permitan a estas familias encontrar respuestas y justicia. También la serie es una contribución a preservar nuestra memoria social y a ratificar nuestro compromiso para la construcción de un presente mucho mejor para todos los niños, niñas y adolescentes, donde puedan vivir sin miedo y alcanzar sus sueños.