Desde hace poco más de dos décadas se ha ido consolidando una disciplina en la que se conjugan elementos médicos y de la literatura —más concretamente de la narrativa— y que se ha dado en llamar, precisamente, medicina narrativa. Los esfuerzos por hacerla más robusta han surgido desde la propia medicina, de quienes se enfrentan al ejercicio de su práctica en centros de salud, como un medio para acercar al personal sanitario a las necesidades de los pacientes.
Se trata de una aproximación de un modo más humano, empático y compasivo a los padecimientos de quienes acuden a las consultas médicas. Y las narraciones son la herramienta idónea para lograrlo. Rita Charon, una médica estadounidense que ha llevado adelante un importante trabajo docente y divulgativo para fijar los límites de la disciplina, define la medicina narrativa como la “practicada con la competencia narrativa de reconocer, interpretar y actuar ante las situaciones difíciles de otros”. Con esto quería decir que el personal de salud, y el médico en primera instancia, debía estar capacitado para recibir esas historias que los pacientes comparten sobre sus padecimientos, poder comprender los significados que han sido depositados en esos relatos y luego actuar en correspondencia para ayudarlos a encontrar eso que van buscando durante su consulta.
Según esta forma de entender la relación entre paciente y médico, el tratante se convierte en compañero de viaje en el tránsito por la enfermedad y juntos logran que eso se convierta en una experiencia comunicable cuando antes no lo era, de acuerdo con las ideas de Oliver Sacks, un prolífico autor cuya obra evidencia su propio modo de ejercer la medicina centrándose en las historias de sus pacientes, y a quien el proyecto del que ha resultado esta serie especial de La Vida de Nos debe tanto.
Ese proyecto surgió del deseo de incorporar otras voces en el registro de una de las aristas más duras de la crisis humanitaria venezolana: el deterioro del sistema de público de salud.
Desde sus inicios, en La Vida de Nos hemos contado un importante número de experiencias de ciudadanos en la difícil empresa de recuperar su salud o la de algún familiar, o la de personal médico enfrentando las múltiples carencias de medicinas, insumos, equipos, infraestructura y servicios. Algunos seriados como Esas batas blancas, Las voces del JM, Frente al dolor más intenso, La emergencia silenciosa y Cuando la solidaridad sustituye al Estado son parte de esa veta que hemos ido explorando.
Nos parecía que ese registro estaba incompleto si no incluía las voces de los médicos, quienes con frecuencia ponen a prueba su tenacidad y temple, y conocen muy bien los límites de la condición humana porque están más expuestos a vivencias con la enfermedad, el dolor y la muerte. Pensábamos que allí podía haber una fuente inagotable de historias y testimonios que nos ayudarían a seguir retratando la realidad del país y la crisis humanitaria compleja que atraviesa.
Por esta razón, desarrollamos un curso que denominamos Medicina narrativa: los cuerpos también cuentan historias, para compartir con el personal de salud nuestros conocimientos en el arte de narrar, con el fin de que contaran las historias de sus pacientes, de ellos mismos, de su quehacer en medicina, a las que solo ellos tenían acceso. Sabíamos que se trataba de un reto significativo, porque la de los médicos suelen ser voces oídas solo como fuentes de información y no como la de seres humanos que también se ven afectados por un contexto tan demandante, agravado por una crisis socioeconómica.
A la convocatoria pública —cuyo 1er grupo llenó las plazas disponibles en 24 horas— respondieron especialistas de las más diversas disciplinas médicas (ginecobstetras, médicos cirujanos, psiquiatras, anatomopatólogos, odontólogos, endocrinos, internistas, pediatras, cirujanos, médicos familiares, terapeutas ocupacionales, psicólogos, cirujanos mastólogos, neurólogos, especialistas en salud ocupacional, intensivistas, médicos en salud públicas y otras especialidades), residenciados en Venezuela y en países como Colombia, Ecuador, Argentina, Estados Unidos, España, Francia e Italia.
La experiencia de la 1ra cohorte (en la que se inscribieron 20 participantes) marcó un hito en este tipo de formaciones, pues no tenemos noticias de otra de características similares sobre medicina narrativa en nuestro país. Los resultados del trabajo desarrollado por los participantes han sido muy satisfactorios. Ya el curso va por su 2da cohorte (con 25 participantes) y comenzamos a compartir con nuestros lectores las historias que fueron producidas en esas formaciones. Las publicaciones resultantes se extenderán hasta el 1er trimestre de 2023.
Como habíamos previsto desde que comenzamos a formular las líneas de este proyecto, las historias que acá ofrecemos exploran, en la multiplicidad de voces y testimonios de sus narradores, la complejidad de la condición humana. Puestos frente a las experiencias más retadoras de la vida, no solo ya desde la mirada clínica y de la consideración del cuerpo solo en su dimensión biológica, sino también desde una mirada sensible y compasiva, estas historias quizá abran la posibilidad de comprender eso que hasta ahora parecía incomunicable.