La periodista Briamel González lleva 15 años viviendo en España. Después de participar en las elecciones presidenciales del pasado domingo 28 de julio, se dedicó a trasladar en su carro a otros venezolanos que iban a ejercer su derecho. Llevaba en el parabrisas un cartelito que decía: “Súbete, te llevo a votar”.
En la casa donde vivió hasta sus 20 años el poeta cumanés José Antonio Ramos Sucre fue inaugurado, en 1983, un centro cultural que se convirtió en un punto de encuentro de amantes del arte.
Cuando Daniela Bustamante asistió a la primera clase de sus estudios de fisioterapia en la extensión La Guaira de la Universidad Nacional Experimental Simón Bolívar, no tenía idea de que sería recibida en un viejo edificio sin pupitres ni condiciones mínimas para funcionar.
Cuando al doctor Akbar Fuenmayor le llegó su jubilación como intensivista del Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes, se negó a acatarla. A pesar de las condiciones precarias en que debe prestar el servicio, sigue yendo a diario a atender a sus pacientes.
Comenzó sin tener claro el rumbo, pero convencido de que estaba en el camino correcto. Daniel Picado fundó País Plural con la idea de apoyar a la población LGBTIQ+, de la que él forma parte.
Sando González, indígena piaroa, es miembro del Grupo de Investigaciones sobre la Amazonía. Por lo que veía en el campo, solía decir que las minas eran un “combo de maldición”. Pero un día, uno de sus hijos llegó con la idea de irse a uno de esos yacimientos.
¿Por qué no sales de Venezuela, si todo el mundo está saliendo?”, le preguntaron sus familiares a Josiah Okal K’okal cuando fue a visitarlos a Kenia, en 2017. Temían por su seguridad y por su vida.
Después de dos conciertos en España, Laura Guevara regresó a México, pero no la dejaron entrar. La llevaron a una cárcel de migrantes. Esta es la historia de lo que vivió allí.
Entre 2016 y 2024 han muerto en Venezuela casi 15 mil personas por la intervención de la fuerza pública. Muchas de las víctimas son jóvenes negros o morenos, menores de 30, habitantes de barrios.
Sucesivas pérdidas y rupturas amorosas llevaron a Anyiseth Sequera a un crítico estado emocional en el que consideró, en varias oportunidades, quitarse la vida. Ahora es una activista independiente que promueve la prevención del suicidio.