En 2016, 63 por ciento de los pacientes venezolanos con afectación de su salud mental no conseguía sus medicamentos en farmacias. Por aquellos días, Yeiber Román vio, en una vecina diagnosticada con esquizofrenia, lo que significó para ella no poder mantener su tratamiento.
Una médico decide donarle un riñón a su hermana, para evitar que se someta a la desgastante rutina de la diálisis. Esta es la historia de un trasplante. Eso que para muchos no es una opción porque el 1ro de junio de 2017 la Fundación Venezolana de Donaciones y Trasplantes de Órganos, tejidos y Células (FUNDAVENE), adscrita al Ministerio de Salud, suspendió el programa de trasplante y procura de órganos en Venezuela.
Muchos lo vieron como un pájaro de mal agüero. El profesor Antonio Fuguet —investigador, doctor en educación— insistió en que las instituciones educativas debían ser autosostenibles o de lo contrario iban rumbo a un despeñadero. La gerencia educativa era su línea de trabajo. Con el tiempo, se convirtió en un testigo de eso que quiso evitar: el deterioro del sistema educativo venezolano.
Hace nueve años, luego de extorsionarlos durante meses, unos policías mataron a uno de los hijos de Aracelis Sánchez y Euclides Farías en una ejecución extrajudicial en los Jardines del Valle. Poco después, en su búsqueda de justicia, nació la Organización de Familiares de Víctimas de Violación de Derechos Humanos (Orfavideh), que acompaña y da seguimiento legal a casos de ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada y tortura en Venezuela.
Un viernes de 2008, Katherine Martínez llegó al Hospital José Manuel de los Ríos, junto a un grupo de personas con las que solía hacer labores sociales, para darles regalos y ánimo a los niños que estaban internados en el principal pediátrico del país. En ese momento supo que tanto ellos como sus familias necesitaban […]
Cuando en septiembre de 2018 salió de la cárcel, donde pasó casi cuatro meses acusada de traición a la patria y rebelión militar, Lisbeth Añez, se sentía como un barco a la deriva. Uno de sus abogados, como entregándole una brújula para que retomara el camino, le habló de alguien a quien podía ayudar. Esta es la historia de la mujer a la que jóvenes que protestaban en contra de Nicolás Maduro bautizaron como Mamá Lis.
¿Qué significa ser mujer activista en la Venezuela de estos tiempos? ¿A qué se arriesgan quienes se empeñan en tenderle una mano a quienes lo necesitan? ¿Por qué lo hacen? ¿Cómo llegaron a asumir ese papel? Son preguntas difíciles de responder, toda vez que ese parece ser un camino árido, minado, casi intransitable.
Una profesora que sale de madrugada de su casa para intentar llegar al colegio en el que trabaja. Un pueblo del estado Mérida, en Los Andes venezolanos, a oscuras. Una larga espera para que pase un bus (o para que alguien le dé la cola).
Fernando Albán estaba tranquilo porque su esposa y sus hijos se habían ido a vivir en Nueva York. Los visitaba de tanto en tanto, pero luego de una de esas visitas, a todos los alcanzó un destino que habían tratado de esquivar.
La madrugada del 24 de febrero, un estruendo sacó del sueño profundo a Kateryna Palanska, ucraniana de 30 años de edad. Se levantó, revisó las redes sociales y supo que una guerra había comenzado muy cerca de ella: tropas rusas invadían su país. Corrió a despertar a Josias de Lima, ingeniero venezolano de 37, con quien se casó en 2018. Resolvieron salir de Kiev, la ciudad donde habían decidido echar raíces.