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¿Dónde está mi periódico?

Raúl Castillo | 25 jun 2023 |
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En Venezuela, donde casi todos los medios impresos desaparecieron asfixiados por sofisticados mecanismos de censura, tres periodistas se trazaron el objetivo de crear un periódico. Hiperlocal y comunitario, Entérate nació producto de la nostalgia, pero pronto terminó siendo una necesidad en los barrios de Caracas.

FOTOGRAFÍAS: ÁLBUM FAMILIAR

La idea llegó como una luz alumbrando un camino. Era una paradoja, porque Venezuela venía de atravesar días muy oscuros: acababa de ocurrir el apagón nacional que comenzó la tarde del 7 de marzo de 2019. De hecho, el servicio eléctrico seguía intermitente en todo el país. Por aquel entonces, la periodista Gabriela Rojas y varios de sus colegas más allegados pensaban que ellos mismos sufrían un apagón. Un apagón informativo: ninguno sabía ni entendía muy bien qué estaba pasando, y el gobierno no ofrecía explicaciones.

—Si nosotros que somos periodistas, y vivimos en una burbuja informativa, nos sentimos vulnerables, ¿cómo estará el resto de la gente? —preguntó en uno de los encuentros informales que de tanto en tanto tenían fuera de las redacciones.

La pregunta era retórica. Como su familia vivía en la Cota 905 y en La Vega, y como siempre hizo periodismo en la calle, Gabriela Rojas sabía que los barrios de Caracas eran como unos países paralelos.

Un día, después del apagón, de pauta en uno de esos países dentro de Caracas, pasó por una escuela y preguntó: “¿Cuántos días llevaban sin electricidad?”. Tres meses, calculó una maestra; más de cinco, respondió otra, intentando sacar cuentas. Entonces Gabriela, que ya trabajaba en el portal TalCual, supo que la oscuridad no era nueva para ellos y que, por lo tanto, probablemente esas maestras ni siquiera se imaginaban la magnitud del problema.

“En el resto del país puede explotar una bomba atómica y ellos ni se enteran”, pensó.

Desde 2013 hasta 2022, 68 periódicos dejaron de circular en Venezuela, según cifras del Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS). Seis de ellos desaparecieron en 2019, aquel año de los apagones. 

El desmantelamiento del sistema de medios impresos en el país comenzó en 2012, cuando el entonces presidente Hugo Chávez eliminó el papel prensa como bien de importación prioritaria, lo que permitía obtener divisas a precio preferencial a quienes compraran el producto en el exterior. La prensa se vio obligada a cumplir con una serie de trámites burocráticos para adquirir este insumo necesario para poder funcionar. Cosa que se agravó cuando, en mayo de 2013, Nicolás Maduro creó el Complejo Editorial Alfredo Maneiro (CEAM), como un monopolio estatal para la importación, venta y distribución de papel prensa, en el que daban prioridad a los medios propiedad del Estado y relegaban a los medios independientes. 

Paralelo a eso, además, varios medios tradicionales, de larga data, cambiaron de dueños en transacciones llenas de opacidad.

Una tras otras, las salas de redacciones de los periódicos se fueron desmoronando. Y, con ellas, se empezó a desmoronar el mundo en el que habitaban tantos y tantos periodistas… Gabriela Rojas, Víctor Amaya o Carmen Riera se formaron en periódicos impresos. Veían sus nombres a diario impresos en tinta fresca; publicaban en Últimas Noticias —el periódico de mayor tiraje del país, que era parte de un conglomerado de medios que llegó a tener la primera sala de redacción integrada de América Latina— hasta que su línea editorial se uniera al coro de propaganda del gobierno. 

Sentían nostalgia por ese ecosistema que se desmoronó ante ellos. Porque querían reconstruir un poco de aquello, y a la vez romper la burbuja informativa, fue que Gabriela y Víctor Amaya —compañero suyo en TalCual, un medio que dejó de ser impreso para convertirse en una web— y Carmen Riera —de Runrun.es, otro portal nacido al fragor de la desaparición de los diarios— se trazaron el objetivo de crear un periódico que llegara a donde ni las noticias ni el Estado venezolano estaban llegando. 

No era fácil. Para empezar, no tenían dinero. Sin recursos, pensaban, cualquier intento estaría condenado al fracaso. Pero como si fueran piezas de engranaje, mientras seguían con sus labores habituales como periodistas, se dispusieron a tratar de hacerlo posible: Carmen Riera identificó un concurso que apoyaba “iniciativas que puedan cubrir vacíos y ausencias informativas”; y el equipo de proyectos de TalCual los ayudó a formular el planteamiento. 

Gabriela y Víctor Amaya crearon las secciones que llevaría el periódico. Querían estar a tono con la gente; tenían la intuición de que muchas veces, desde el periodismo, tan sumergido en el acontecer político, no se entendía a las comunidades. A la primera sección la llamaron “Paso a Paso”, para información utilitaria como los procesos para hacer algún trámite o verificación de información (“Porque el reino de las noticias falsas son los barrios”, decía Gabriela); a la segunda, le pusieron “Cuéntame”, para que los lectores drenaran sus sentimientos; y, por último, “Mi Bolsillo”, para traducir, en lenguaje sencillo, conceptos abstractos de la economía.

Con medio camino andado, llegó la noticia que esperaban: financiamiento aprobado. Pronto, la emoción por lo que tenían delante sustituyó a la nostalgia por lo que habían dejado atrás. 

Decidieron que el periódico se llamaría Entérate

Un término claro, que expresaba cercanía, que tuteaba a la audiencia, que hacía un llamado a informarse.

Antes de sacar la primera edición, imprimieron unos periódicos de prueba para enseñárselos a unas madres de distintos barrios de Caracas que conocía Gabriela. Era una prueba de fuego: evaluarían así la aceptación del impreso, porque querían que se pareciera lo más posible a la gente común.

Las sugerencias de las madres les permitió hacer varios cambios. “Aquí no hay cosas gratis a las que podamos ir con nuestros muchachos”, les dijeron, así que le incorporaron una agenda cultural. También agregaron los eventos deportivos de los barrios. 

En agosto de 2019 Entérate salió a las calles. Como todavía estaban en fase de prueba, sacaron solo unos 100 ejemplares y los repartieron en Catia. Los periódicos apenas duraron minutos en las manos de Gabriela. La gente la perseguía, acaso incrédulos de ver un periódico que, además, era gratuito. Cuando le preguntaban a Gabriela de quién era, ella respondía: 

—De nosotros. Yo misma lo diseño, lo escribo, lo entrego. 

La llegada del financiamiento los hizo ver a largo plazo. Después de sacar cuentas, establecieron que tenían la capacidad como para sacar ediciones semanalmente: 8 páginas a color; 2 mil 500 ejemplares. Era más de lo que se hubieran imaginado. 

—A estas 8 páginas tenemos que meterle todo el amor porque son poquitas, pero benditas —se dijeron Gabriela y Víctor. 

Y empezaron a “patear calle” —como se dice en el argot periodístico—, a escribir y diseñar, siempre con el apoyo de Carmen Riera, y con los reporteros Zulvyn Díaz, Luna Perdomo, Lucía Ramírez, Héctor Zambrano y Miriam Cañas.

La primera edición formal de Entérate salió el 27 de noviembre de 2019. Ese día Gabriela sintió como si acabara de tener su tercer hijo.

Como el objetivo seguía siendo llegar a donde no llegaban ni las noticias ni el Estado, llevaron Entérate al casco colonial, a Las Torres, a El Tanque, al Colegio Andy Aparicio y a El Carmen: todos sectores de La Vega. Ese era el plan de distribución que habían trazado gracias a que Gabriela conocía a líderes comunitarios de las organizaciones Caracas Mi Convive y Alimenta la Solidaridad. Cuando les preguntó quiénes querían el periódico, uno tras otro se fue ofreciendo para recibir y distribuir los ejemplares en las comunidades. Así que contrataron a un motorizado, quien se encargaría de llevar los periódicos a cada zona. Desde entonces, esos líderes son el vínculo entre Entérate y sus lectores.

Y así se fue tejiendo la red de Entérate en los barrios de Caracas y Miranda: un año después, otras organizaciones y medios alternativos, como Asociación Civil de Planificación Familiar (PLAFAM), Acción por Venezuela o el Bus TV, se aliaron para ser pregoneros de Entérate: han llegado a Petare, La Dolorita, Turgua, Caucaguita y otras 21 comunidades.

Cuando en marzo de 2020 llegó la pandemia de covid-19, la producción se detuvo parcial y momentáneamente. Gabriela dudaba sobre cuándo podría volver a circular Entérate. Apenas distribuían el periódico por WhatsApp en formato PDF, o publicaban las noticias en Facebook. Pero la incertidumbre duró apenas unas semanas. 

“¿Dónde está mi periódico?”. 

“¿Dónde está mi periódico?”. 

“¿Dónde está mi periódico?”. 

Los líderes comunitarios le escribían a Gabriela preguntándole, una y otra vez, dónde estaba su periódico. Ella se excusaba con el confinamiento. “Nosotros los ayudamos”, le respondían. Se ofrecían a ir a donde fuera a buscar el periódico para subirlo a los barrios. Incluso, hubo quienes le dijeron que podían ir a su casa por los ejemplares.

Entonces Gabriela supo que el periódico ya era de ellos, que le pertenecía a los barrios, y no solo a ella o al resto de los periodistas. 

Así que en mayo de 2020 Entérate volvió a las calles. Naturalmente, los temas cambiaron: ahora era sobre cómo cuidarse del covid-19; artículos que desmentían las infinitas cadenas que rodaban por los grupos de WhatsApp; dónde vacunarse… Hasta que desde las mismas comunidades comenzaron a pedirles que informaran sobre otros asuntos. Y eso hicieron. “Nuestros jefes nos están pautando”, decían, bromeando, haciendo referencia a sus propios lectores. 

Una vez, en una visita a Chapellín, un motorizado le preguntó a Gabriela si era legal que los policías le pidieran tantos papeles. Entonces publicaron un reportaje sobre los documentos que pueden pedir las fuerzas de seguridad del Estado para así evitar matraqueos

En otra zona, unas maestras les pidieron hacer materiales para educar a los niños, porque ya no tenían libros. Entonces incluyeron en el periódico textos que sirvieran para las clases. Además de eso, desde 2020, cada noviembre visitan tres comunidades para hacer los especiales de aniversario. 

Se dieron cuenta de que el periódico, más allá de ser un objeto de culto derivado de la nostalgia, tenía todavía una razón de ser en los barrios: estar informados y educados. Era una necesidad. Sí, muchos tenían computadores, celulares, pero allá no les llegaba Internet, o no tenían cómo recargar saldo para navegar: es decir, no tenían cómo informarse. 

Y aunque preferían evitar los conflictos políticos, no le huían a esos temas. En enero de 2021, tras los operativos de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) en La Vega, frenaron la edición que ya tenían lista, a punto de ir a imprenta, para montar una más pertinente: hicieron un especial consultando a especialistas sobre las ejecuciones extrajudiciales y las detenciones arbitrarias, así como los recaudos que debían tomar en caso de tiroteos y cómo ayudar psicológicamente a los niños. 

Otro ejemplo es que, para las elecciones de gobernaciones y alcaldes de noviembre de 2021, le explicaron a la gente qué se vota y qué cosas debía esperar de los candidatos para que no se dejaran llevar por falsas promesas. Cuando ocurrió el deslave de Las Tejerías, en octubre de 2022, publicaron un reportaje sobre la importancia de que el Estado fuera responsable de la gestión de riesgos.

Desde mayo de 2022 Entérate se publica cada 15 días, en blanco y negro. Tras la renovación del financiamiento, lograron aumentar el tiraje a 5 mil 300 ejemplares. En mayo de 2023 llegaron a la edición 106. Sin embargo, cada vez se hace más cuesta arriba publicarlo por el aumento de los costos de impresión. Por eso ahora, Gabriela Rojas y Víctor Amaya dedican su tiempo a buscar la manera de hacer sustentable el proyecto, con la independencia editorial que lo ha caracterizado.

Es, después de todo, un regreso a la esencia del periodismo: eso de ofrecer un buen servicio público. Por ello, cuando le preguntan a Gabriela sobre Entérate, responde con una metáfora muy potente: 

—No descubrimos el agua tibia, pero pusimos el agua en el vaso y se la dimos a quien tenía sed.

Raúl Castillo

Periodista. Suelo escribir de todo menos de fútbol: prefiero ejercer la profesión sin fanatismos. Desde que era un niño me interesaba conocer la vida de las personas, años después descubrí la escritura. Fan de las buenas anécdotas. Vengo de Catia.
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