Ramón Toro desayuna temprano. Luego hace ejercicios y a media mañana toma una merienda. Al mediodía se baña y almuerza. A eso de las 3:00 de la tarde, merienda de nuevo y a las 5:30 sale a dar un paseo con su papá. Desde julio del 2018, ese es el momento más prolongado que pasa fuera del anexo que sus padres le construyeron; una pieza desde donde eventualmente vuela excremento.
Una noche de julio de 2019, los hermanos Kieffer y Kevin Silva ayudaron a una vecina del edificio donde vivían, en el Departamento de Piura, norte de Perú, a cargar unos pesados ladrillos. Al mediodía siguiente, la mujer les tocó la puerta mientras gritaba que allí vivía un “veneco ratero”.
Durante meses vivió esta madre la pesadilla de ver que su hija Miranda, de nueve meses de edad no lograba pasar de los seis kilos, que su organismo era incapaz de retener ningún alimento. Hasta que otra mujer en apuros se cruzó fugazmente en su camino, y con la ayuda que le ofreció le dio ánimos también para torcer un destino que parecía sentenciado.
Orianna creció con la convicción de que Cuba y su gobierno eran fuente de destrucción de su amada Venezuela. Y en su corazón se sembró un agrio sentimiento contra todo lo que sonara a cubano, incluida la gente de la isla. Pero en la Cataluña donde transcurre su exilio, una experiencia de dolor y solidaridad le revelaría algo que no sospechaba.
Román es un joven venezolano que en octubre de 2018 tomó la decisión de mudarse a Perú. Lo hizo lleno de sueños, de ganas de superación y con la certeza de que solo Dios lo acompañaría. Allá encontró lo que buscaba y lo que no: enfrentarse a una enfermedad lo llevó a hacer pausas que no estaban planificadas, esas que le enseñaron que, aun en las circunstancias más difíciles, es posible continuar.
Todo comenzó cuando Zuly, quien había fundado la ONG Otro Enfoque, quiso organizar una jornada lúdica con los niños que rondaban la plaza Madariaga. Esa actividad la llevó a adentrarse en la Mansión de la Abuela, debajo de un puente en el río Guaire, y a conocer y compartir con unos sesenta muchachos, entre los 6 y los 27 años, víctimas de distintos problemas de descomposición familiar, ofreciéndoles un poco del calor que les ha sido negado.
En pleno apagón de marzo de 2019, de gira por Ecuador en busca de fondos para continuar su tratamiento contra el cáncer de seno, la flautista venezolana María Gabriela Rodríguez anunció su renuncia a veinte años de trabajo en El Sistema. Decidió sobre todo que quería seguir viviendo.
Katiuska se quedaba sin aire al caminar del cuarto a la sala de su casa. Hablar era quedarse sin oxígeno. A veces un día podía reducirse a 24 largas horas de cansancio. Padece de hipertensión pulmonar, una inusual enfermedad que compartía con solo 450 personas de entre los treinta millones de habitantes que tenía Venezuela.
Un día de enero de 2019, el comediante José Rafael Guzmán y Silvia Baquero, su ex compañera de trabajo, se echaron a andar la ruta que miles de venezolanos recorren a pie desde la frontera con Colombia hasta las principales ciudades de los países del sur del continente. Lo hicieron para acompañarlos y con la intención de documentar lo que ocurre en esas peligrosas vías. Esta es la historia de esa travesía.
A los nueve meses de nacido, a Adrian le diagnosticaron una cardiopatía congénita, por lo que debieron someterlo a una compleja y larga intervención quirúrgica. Durante el procedimiento le pusieron un marcapasos para estimular los sosegados latidos de su corazón. Desde entonces, ese aparato ha marcado el ritmo tanto de su vida como de la de Arianny, su madre.